Caramelo cremoso de calabaza, caramelos de nuez, chocolate triple, chocolate con mantequilla de maní, galletas y crema… Podría seguir, pero por tu bien y el mío ¡dejaré de tentarnos, porque estoy comenzando a babear! Cuando se trata de dulces, no puede salir mal. Satisface esas ganas de dulce, y es cremoso y delicioso y se derrite y es empalagoso, todo en un bocado, o 10.
Cuando crecía, los dulces eran una obviedad. Era sabido en mi casa que tendríamos dulces luego de cenar, o cuando habíamos hecho nuestros quehaceres. Era una delicia, casi siempre comido a manos llenas, pues siempre hurtaba algo más cuando nadie miraba.
Si bien hay muchas combinaciones diferentes de sabores, la mejor de todas, en mi humilde opinión, es el viejo y querido chocolate que se pega en los dientes. Es un comienzo genial porque puedes añadir diferentes cosas para darle un toque especial. Comenzando con el básico pero fabuloso chocolate, puedes echarle coco, mantequilla de maní, extracto de vainilla, frutas secas ¡o lo que tu corazón te dicte!
Pero primero lo primero. Antes de ponerte sofisticado comencemos por el primer paso. Esta receta de caramelo fuera de este mundo de dos ingredientes dará a luz a un postre delicioso en un instante. Es una receta nada difícil, sin escándalos ni desorden, fácil de limpiar, y un suntuoso dulce delicioso que te hará feliz por no haber tenido un pringue en la cocina; ¡también dejará a todos preguntándose cómo es posible siquiera esta creación!
Comencemos. Toma una lata de leche condensada azucarada. Esta espesa cosa pringosa súper dulce que puede encontrarse en la mayoría de las tiendas (no confundir con la leche evaporada). Ese es el primer ingrediente, y ya tenemos el 50% hecho. Luego, toma un paquete de chips de chocolate. En verdad, eso es lo que se necesita en cuanto a ingredientes. ¡Unos minutos de transpiración y estamos en la recta final!
Pones todo en el microondas en un cuenco para horno (o si quieres puedes usar una cacerola a baño maría, y si no tienes una cacerola para baño maría, literalmente colocas un cuenco sobre una cacerola de agua hirviendo) y lo derrites hasta que los ingredientes pueden mezclar y tomar una consistencia suave y sedosa. Mientras está caliente, puedes darle algún toque extra, como sal marina gruesa, saborizante de azahar, trozos de obleas, etc. ¡O puedes ser un purista y no complicarte!
Forras una asadera de 8×8 pulgadas con papel de aluminio, la rocías para evitar que se pegue, viertes tu hermosa mezcla marrón, la pones en el congelador y la dejas enfriar durante 2 horas. ¡Voilà, tu caramelo está listo para comer!
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