Pequeño saluda al guardia de la reina, pensando que no pasará nada, hasta que el soldado regresa

Cuando un niño decide en su cabeza su algo le gusta o no, es cosa hecha. Los chicos tienden a amar u odiar; no hay nada en medio —¡están totalmente a favor o totalmente en contra! Por ejemplo, puede odiar el brócoli, pero ama sus Lego. Puede odiar los vestidos, pero ama su bicicleta. ¡Es todo o nada con los chicos! Y cuando les gusta algo, ¡les gusta mucho! La única manera en que puedo comprenderlo es porque yo siempre fui así, ¡y ahora veo que mis sobrinos son de la misma forma!

Toma por ejemplo a Marshall, de 4 años, de Inglaterra. Es su cumpleaños, ¡y este muchachito se llevará una sorpresa! El adora a la Guardia de la Reina; ¡está totalmente fascinado por su trabajo, su aspecto y su misterio! Tanto así, que al pequeño Marshall ¡le dieron la oportunidad de disfrazarse de uno!

Y aquí está, de pie, midiendo un cuarto de la altura del de verdad, disfrazado y muy emocionado por estar en el castillo de Windsor, en las afueras de Londres. Es un sueño hecho realidad para él. Marshall es un mini Guardia de la Reina en la Ceremonia de Cambio de guardia, de pie cerca de la entrada, impaciente y esperando con expectación por los hombres que marchan para pasar junto a él.

También conocidos como los Guardias Coldstream de la Reina Británica, Marshall está emocionado por verlos marchar en formación, vestidos con sus altos gorros y sus largas gabardinas azules con cinturón blanco y brillantes botas negras. Marshall, completamente asombrado y admirado, les dedica un saludo. Es una de las cosas más adorables que verás hoy, lo prometo.

Pero se pone aún mejor para el asombrado pequeño. Luego de que se marchan, uno de los soldados regresa afuera nuevamente y se para junto al mini soldado. Se queda allí un momento, mientras el niño se acerca lentamente a él. Ambos se quedan quietos un momento para una foto. El chico saluda, la foto es sacada, el soldado ha realizado la buena acción del día y se marcha sin demora. ¡La gente que está allí ríe y comenta, sus corazones alegres por la experiencia del muchachito y la bondad del soldado! Probablemente ellos también se sorprendieron de que el guardia dejase la formación para alegar el día del niño; ¡sé que alegró el mío! Indudablemente este es un cumpleaños para recordar, ¡y qué gran regalo para recibir!

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